sábado, 15 de febrero de 2014

Soy así.

La vida no es una mierda: lección que cuesta aprender. La mierda son las personas.
Esos que por tener una gorra y jersey de marca creen que dominan el mundo, esos que te miran por encima del hombro porque no fumas la misma mierda que ellos, esos que se emborrachan cada sábado para después poder decir "ni me acuerdo de lo qué hice, pero fue un puto desfase".
La vida te da elecciones, o las tomas o las dejas, puedes ser un idiota, o conservar tu dignidad, aunque puedes ser las dos cosas, pero la dignidad será fingida. Por lo tanto la culpa no es de la vida.
La vida me ha dado muchos golpes, sí, pero los moratones siempre se blanquean, y cuantas más cicatrices quedan, más dura queda la piel. La vida te hace fuerte, para que luches contra esos que te creen débil.
Hace tiempo que dejaron de importarme las razones por las que la gente hace las cosas, y empecé a buscarme mis propias razones. Busqué hasta que me di cuenta de que lo poco que queda para siempre es mi madre, mi padre y mi hermano. Algunas amistades también valen oro, pero nunca sabes cuando el oro se va a oxidar. Los puñales vuelan, si no te apartas a tiempo, te marcan para siempre. 
Nunca callo lo que pienso, si no es por respeto, aunque algunos no lo merezcan, porque lo que piensen otros no me importa, yo tengo mis ideales, si no te gustan, gracias por haber venido.
Eso es lo que me han hecho las personas, no la vida. Han hecho que conserve un corazón bueno, pero ahora no abierto a todos, sólo a aquellos que lo cuidan, o a los que no les han dejado conservar el suyo. Que ahora ya no soy tonta, si con alguien puedo contar para todo, es conmigo misma y con mi conciencia, porque yo a mí no me engaño. Sé que tengo mis límites, sé que no soy perfecta, pero lo poco bueno que tengo, lo aprecio, y lo admiro, admiro la fuerza que tuve cuando nadie me la daba. Porque cuando estuve sola, o me quería o me hundía, y no, yo nunca seré el Titanic, ni por lujoso, ni por hundido.
Pero igual que mis virtudes, también sé mis defectos. Sé que quería demasiado, y ahora ya no me dejo querer. Sé que era muy obsesiva, y ahora paso de todo. Sé que lloraba sin motivo, y ahora me río en vuestra cara. Y hay muchos otros defectos que aún intento remediar, aunque no sea tan fácil, pero crezco día a día, que si no creces te encojen.
No intento aparentar ni lo que no soy, ni lo que no siento. Si no me gustas, lo sabes. Si te sonrío es de verdad. No voy a sitios pijos, ni me rodeo con gente de la que pueda fardar por su importancia. Prefiero un antro si es con gente de la que fardo por lo que me han demostrado.
No necesito que me admiren, ni que hablen bien de mí, me levanto todos los días por ver las sonrisas de esos que quiero, esas personas que se cuentan con los dedos de las que sí que quiero escuchar opiniones. 
Tampoco necesito que digan mierda a las espaldas, pero sé que eso es inevitable, ya que les importa mi vida, no sé por qué razón. Así que si eso les hace pasar un buen rato, adelante, que disfruten de mi vida real, que la suya es una farsa.
La mierda son las personas, la vida las pone en el camino para que aprendamos a reír y a pensar en nosotros, que ya va siendo hora. Qué la vida sí que ayuda, te dice lo que vales, te dice hasta dónde llegas, y hasta dónde puedes llegar. Te da varias opciones, tú eliges, pensar por ti mismo, dejar que otros piensen por ti. Luchar por tus sueños, dejar que otros te usen para luchar por los suyos.
Pero sólo yo me conozco, sólo yo sé lo que quiero, y mientras tenga un motivo, seguiré viviendo por mí y los míos, no por esos que me quisieron ver en el suelo, y lo único que consiguieron fue verme volar más alto, para verlos desde arriba como puntos, insignificantes.