Con el tiempo he aprendido que los tópicos no son siempre ciertos.
Que cuando sales con ganas de fiesta no siempre sale bien, o que cuando bebes mucho, no siempre te lanzas más. Que los viernes por la tarde no siempre se pueden celebrar, y los domingos por la noche a veces te apetece salir de casa.
Los lunes por la mañana son bonitos si los empiezas con las personas adecuadas, y París no es la ciudad del amor, si tú has construido la tuya propia. Tu canción favorita no siempre va a ser la que necesitas, y ese chico que te mira de reojo, a veces lo hace por subirse el ego.
Hay miles de playas, pero no en todas da el sol, y un día de verano, sobre todo na miña terra puede oscurecerse por una tormenta. Y los amigos para siempre,... qué tópico más desgastado, ese sí que no es cierto... O eso pensaba, hasta que iluminaste mis días con una luz que nunca se apagó. Las mañanas de lunes empezaron a ser un poco más de viernes, y en las noches de sábado o de domingo, nunca me faltó una sonrisa. Y como siempre has querido, hoy te toca ser musa de mis escritos.
No sé a dónde vamos a partir de ahora, ni tampoco sé muy bien de dónde venimos. No sé si acabaremos aquí, allá, o en ninguna parte. Puede que tú a Boston y yo a California, y ojalá, pero como en la vieja película siempre nos tirará un poquito a la una de la otra.
Porque tú me abriste puertas que siempre habían estado cerradas. Pusiste tu risa escandalosa en cada uno de los días en los que la mía necesitaba que le llamasen para salir. La sinceridad en persona, me enseñaste que la vida no siempre es bella, sólo si tomas las decisiones adecuadas, y yo... yo nunca fui de decisiones. Fuiste bastón cuando quedé algo coja de ilusiones, y dejaste que mi cojera te aguantase aunque no fuese el mejor apoyo, pero sí el que elegiste.
Elegiste la bipolaridad y la cabezonería, sólo porque esta amistad no acabase, pudiendo haber elegido a alguien más fácil, y que me eligieses a mí entre gotas de dulzura y cariño sueltas por el mundo, es algo que muy pocas personas se atrevieron a hacer.
Y pasarán los años y como siempre ha pasado, yo tan loca y tú tan cuerda, mi alma libre me llevará a dónde diga el viento, mientras que la tuya se anclará cual barco al primer puerto seguro. Pero el viento leva anclas, y los buenos marineros a veces calman al viento. Que las diferencias que nos separan son las que equilibran la balanza. Y, sinceramente, he estado pensándolo y quizás no me disguste tanto esto del equilibrio.
Feliz cumpleaños.