Me hace gracia que hables de cuidarnos unos a otros, cuando tú no eres capaz ni de cuidarte a ti mismo y te has negado a cuidar a quién te quiere.
Te llenas la boca de palabras a las que no haces justicia.
Pensaba que eras un salvavidas en el naufragio y me equivoqué. Me agarré a ti y dije que sonreiríamos hasta el final. Imaginé un futuro en el que contigo o sin ti acabaríamos sabiéndonos complementarios, aún escapándonos como imanes que se repelen el uno del otro.
No.
Ahora se me escapa una carcajada al pensarlo. Tú y yo... qué idea más tonta.
Tú con tu ego y yo con mi entrega. Al final, todo se trata de ti.
Nunca es tú y yo. Es solo tú. Y yo... ¿yo dónde?
Porque no supiste cuidarme y me desvanecí. Pudiste quererme y preferiste quererte de más. Teníamos el camino allanado en frente de nosotros, no había posibilidad de tropezar... y construiste un muro que nos impidió avanzar..
Y yo ya no estoy, ni estaré. Querías estar tú y estás tú.
Disfrútate.