y los días pasan
como si quisiesen ganar una carrera.
Me siento tan pequeña
en algunos momentos,
pero unas velas me recuerdan
que ya va siendo hora de crecer.
Os siento tan grandes a mi lado y,
eso,
supongo que me hace grande
a mí también.
Y es que no puedo concebir
una semana sin lunes
porque os tengo,
no puedo concebir
como cabe todo lo que lleváis dentro
en esta ciudad.
Tengo suerte
porque me faltan dedos
para contar vuestras verdades
que dicen que hay un cielo reservado
desde el día que nacisteis y,
sin pedirlo,
decidisteis guardarme un sitio.
sin pedirlo,
decidisteis guardarme un sitio.
No existen secretos,
ni dudas,
ni mentiras,
ni traiciones.
Tan sólo...
tan sólo existís,
sin querer,
queriendo
sin medida.
Rompiendo todas las barreras
de las calles por las que nos toca pasar.
Arriesgando todo a un número...
joder,
no sé cómo tardasteis tanto en acertar,
pero acertasteis de pleno.
Enseñándome que todo esto es mucho más
que un juego de niños:
es un maldito recreo
entero.
Peleándoos por ver quién abraza más fuerte,
pegando gritos que absolutamente nadie
quiere oír,
soñando despiertos con cuatro universos
dónde reine vuestra ley,
tocando tambores rotos
que suenan a libertad.
Qué mundo de locos este,
y qué locos estáis
por querer cambiarlo.
El mío ya lo lograsteis.