Prometí no volver a escribirle a nadie
pero hay personas que,
en mente de poeta,
sin querer
se hacen poesía.
Y no soy nadie
para tirar las palabras.
Y llevas creando versos
en mi cabeza
más tiempo del que puedo admitir.
No fue instantáneo
como el primer relámpago de una tormenta,
ni fugaz,
como una estrella en noche despejada.
No fuiste ni tormenta,
ni calma.
Fuiste una noche de lluvia tenue,
la que te cala los huesos.
La que no parece tan buena noche
pero,
a medida que pasan las horas,
no quieres dejar de escuchar
el sonido de las gotas tocando en tu cristal.
Así fuiste.
Y me encanta la lluvia,
pero me enseñaste que no siempre
tiene que venir con una tormenta.
Que no siempre necesito calma
cuando por dentro exploto.
Necesito las melodías del agua.
Qué suerte que llovieras.
Y que me guste como suenas.
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