No sé
qué me has hecho.
Soy
eso que dije
no ser.
Veo partes de mí
que dije
no tener.
Siento
lo que dije
no ser capaz de sentir.
Todo era miedo.
A no ser suficiente.
A perder.
A hacerme daño.
A no saber cuidar de nadie.
Hace años,
murió algo
dentro,
en mi pecho.
Perdí la capacidad
de dejarme querer.
Aseguré que nunca más
dependería de nadie
y,
sobre todo,
que nadie dependería de mí.
Ni un mínimo.
Ni el poquito
que codependes de alguien
que ha tomado
la decisión de quererte.
Pero dejé de ser cobarde
cuando apareciste tú.
Me la has liado
y me la has liado parda.
Me dio miedo el primer beso,
me dio miedo desnudarme
(incluso sin hablar de ropa),
me dio miedo el primer te quiero
y me dio miedo la primera vez
que sentí que era alguien para ti.
Todo fue miedo.
Una vez más.
Y ahí,
en medio del miedo,
te brillaron los ojos
y sonreíste
(sin saber muy bien por qué).
Y en ese momento
yo,
por ti,
me hice valiente
otra vez.
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