miércoles, 15 de diciembre de 2021

Trenes.

Quería tirar todo por la borda
y ni siquiera tenía
ni puta idea
de qué iba a decir.

Hace un tiempo
acudiría a ti
a preguntarte 
qué hacer.
O a tomarme una cerveza,
decirte "vaya mierda",
soltarte todo
y esperar a que tú,
entre risas,
me dieses el último consejo
que querría escuchar.

En ese momento,
sólo pensé en ti.
Qué opinarías de él,
qué pensarías
de cómo actúo a su alrededor...
si creerías que he hecho,
por fin,
una buena elección.

Te reirías
si lo conocieses.
Siempre dijiste
que acabaría con alguien así.
Sólo tú acertaste.
Aunque hace tres años
empecé a aceptar 
que nunca estarías
para verlo.

¿Qué dirías tú?
En ese momento pensé
y encontré la respuesta.
Dirías que hiciese una lista
de pros y contras.
Empecé a hacerla en mi cabeza.
No seguí.
Porque dirías que, 
una vez hecha,
si ganaban los pros
y no quería seguir,
ignoraría la lista.
O si los contras eran más
y mis ganas también,
podrían las ganas.
Que siempre me decías:
"si total,
haces siempre lo que quieres".

Así que me limite a romper la lista
antes de acabarla.
Y pensé que
ojalá siguieses aquí
para poder ver su mirada
y saber que estoy en buenas manos
antes de irte otra vez.

Y ahí,
amigo,
me di cuenta
de que si estuvieses aquí
me dirías,
como siempre me has dicho
con las oportunidades de la vida,
que hay trenes 
que sólo pasan una vez.
Como pasaste tú, fugaz.

Por eso, 
acto seguido 
rompí el silencio,
me lancé a las vías
y me agarré al último vagón.

Conocerte.

Me gusta conocerte,

cada día un poco más.

Y ver cómo voy sabiendo

cómo funcionas

en cada momento.

Dónde están los interruptores

para hacerte reír,

o para calmarte,

o para que te vuelvas loco.

Porque sé que, si digo

algo feo aunque sea en broma,

te enfurruñas

y pones carita de pena

para que te diga algo bonito.

Que cuando te rozo

te entran las cosquillas

y me pides por favor

que no te deje en evidencia.

Porque sé que 

cuando te ríes de verdad,

abres un poco la boca

y asientes con la cabeza.

Y también que,

a veces,

no sonríes así

porque la sonrisa es falsa

y es sólo porque sabes

que verte sonreír me hace sonreír a mí.

Sé que te gusta ir con tiempo,

que cada cosa esté en su lugar,

que con mi caos desordeno todo

y eso te pone nervioso.

Pero también que,

cuando me miras,

y observas el desorden,

sólo niegas con la cabeza,

sonríes para ti mismo,

y te preguntas por qué tuve que ser yo.

Y yo no sé por qué tuve que ser yo,

ni por qué tuviste que ser tú.

Pero cuanto más te descubro,

más quiero explorarte.

Y quiero que sigas siendo tú,

hasta que tenga claro

el por qué de cada uno de tus gestos.