Cuando tengo miedo
me hago pequeñita.
Durmiendo,
dicen que tiemblo.
Me encojo mucho
como para protegerme,
intento no llorar
para parecer fuerte.
Y, tan grande como soy,
me hago muy pequeñita.
Tú me miras
y sonríes.
Para ti,
incluso cuando me siento
tan pequeñita,
yo soy enorme.
En tu cabeza
me podría comer el mundo.
Así que,
cuando me hago pequeñita,
tú me abrazas
y entre los dos
hacemos un bulto más grande.
Y dejo de sentirme pequeñita,
y te noto apoyado en mi espalda,
y agarro tus brazos fuerte
como si me fuera a romper
si me soltases.
Qué suerte,
pienso,
que me sostenga.
Porque soy pequeñita,
y puedo romperme.
Y,
además,
así juntos,
parecemos más grandes.
De hecho,
juraría que somos más grandes.
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