domingo, 5 de noviembre de 2017

Frío.

Tengo la sensación de estar reviviendo.
De que las hojas marchitas
están volando con el viento
y dejando espacio a nuevas flores.
He perdido muchas cosas
a lo largo del tiempo
y dejado muchas personas atrás,
sin pensar que una vez avanzas cuesta abajo,
es muy difícil volver a subir.
Pero, a veces,
se trata de dejar lo que pesa
en la cima de la montaña
para bajar ligeros.
No tolero una sola mentira más,
ni una mala palabra,
que enturbien mi calma.
Por eso, después de morir mil veces,
revivo una más por otro camino.
Me encanta sentir que todo se derrumba,
porque, en el horizonte,
se vislumbra la posibilidad de construír algo nuevo.
De la misma forma que amo el invierno
porque sé que llegará la primavera.
Igual que no puedo dejar de sonreír ante el frío
porque cuando siento la presión de alguien contra mí
haciendo que mi sangre hierva
y note el calor fluyendo por mis venas,
compruebo, de nuevo,
que por muy mal que vaya el mundo
siempre nos pueden curar los abrazos.

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