jueves, 16 de noviembre de 2017

No te escapes.

No te escapes,
quédate.
Yo prometo no alejarme,
al menos no demasiado.
Sólo lo suficiente,
quizás,
para marcar el límite.
No te escapes,
cántame.
Quiero sentir tu voz vibrar
con el viento
y el sonido de la lluvia
apedreando la ventana.
Y que las notas caigan suave
como las gotas
y revivan la tierra
bajo nuestros pies.
Si te oyeran cantar las nubes
sería siempre verano.
No te escapes,
túmbate
con la cabeza en mi regazo
y hablemos.
Hablemos de lo que salió mal,
de lo que nos trajo hasta aquí.
Del mundo y sus miserias.
Qué dura es hoy la vida
y qué cara.
Nosotros que odiamos el dinero
y nos vemos envueltos
en sobres que nos lo piden.
Vayámonos.
Quédate, pero no aquí.
quédate sólo conmigo.
Dónde sea,
dónde seamos,
o dónde podamos ser.
Y pintemos pentagramas
con sonrisas
allá dónde quepan.
Y ganémonos la vida a base de alma,
compartamos a gritos el arte.
Busquemos nuestra paz,
la misma que empecé a recobrar
cuando apareciste.
Qué duro es hoy vivir
y que bonito pensar
que,
por vivir,
nos encontramos.

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