martes, 26 de noviembre de 2019

Idioma universal.

Puertas abiertas,
sonrisas a punto,
manos tendidas
a quién no tiene cómo agarrarse.
Pies en la tierra
y vista en las nubes.
Cultura del corazón
en medio de una historia de sangre,
lucha en las venas
y bondad en las pupilas.
Sin posesiones,
poseer la capacidad de compartirlas.
Ser querido para querer,
aprender para enseñar.
Abrazos sinceros
que gritan "casa".
Como un pilla-pilla
que me recuerda que debo soñar más.
Calor y frío,
según necesidad.
Tiempo encontrado
en cada objeto que se perdió
por el camino.
Familia que da la espalda,
no es familia.
Familia que acoge
es hogar.
Escucho palabras de bienvenida
al final del pasillo,
el pasaporte queda guardado:
aquí,
soy una más.
¿Cómo agradecer tanto
en lengua desconocida?
Menos mal que aprendí
que "gracias"
se dice con los ojos
en cualquier parte del mundo.

sábado, 23 de noviembre de 2019

Tortugas de colores.

En la vida hay cosas que sólo suceden una vez
y yo las guardo como tesoros
bajo la llave del candado de mis recuerdos.

Miraba las estrellas como si en la inmensidad del cielo
fuese a encontrar algo nuevo
desde el otro lado del mundo.

Sonaba una canción que ya se hacía conocida,
a medida que la escuchaba una y otra vez
desde las escaleras de aquella cabaña.
Y sentía, a veces, unos brazos que me rodeaban por detrás.
Decían que querían desaparecer
llevándose todo lo que cogiesen por el camino.
Y ojalá me hubiesen llevado.

Tardes de cielos anaranjados,
ropas mojadas y sueños a flote.
Caía la noche y escuchaba tu risa.
Jugábamos como niños pequeños
a polis y cacos.
Pero ninguno se salvó de la odisea.

Cuando te quedabas callado,
recorría tu cuerpo en busca de algún trazo
que me dijera algo más de ti.
Siempre tenía que pedir explicaciones.
Tú ni pedías permiso,
ni preguntabas por lo que ya estaba antes de ti,
creabas nuevos colores que le dieran la vuelta
al significado de las cicatrices de mi piel.

"Ten cuidado, chico...
que te vas a enamorar".
Una melena blanca escondía
los ojos de la experiencia.
Te había visto sonreír desde que aprendiste a hacerlo
y sólo le hizo falta verte mirándome
para saber que,
esta vez,
había que poner en práctica
el protocolo de prevención.

Pero, ¿qué somos sin riesgo?
Si no conocimos otra forma de vivir
que no fuese arriesgar.
La velocidad me mareaba
y me agarraba más fuerte.
Sin miedo a perderte,
pero sabiendo que tampoco te iba a tener por mucho tiempo.

"¿Por qué yo?"
A veces hacías preguntas estúpidas.
Sólo tenías que acercarte
y sentir mi adrenalina.
Y entenderías por qué tú.
Pero te dedicabas a quejarte de la arena en la ropa
y a decir que hacía frío a 25°C
sólo para sacarme de mis casillas.

Y juro que me sacaste del tablero
porque,
con alguien como tú,
supe desde un principio
que no necesitaba intentarlo...
siempre iba a ganar.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Oasis.


Una brisa me acaricia la espalda.
Ya hace horas que asoma el sol
pero mi alma no ha dormido durante días
Estoy despierta...
me siento despierta.
Sólo siento mis latidos
como si fuesen un fuerte tambor.
Alguien me dijo que tenía un pulso rápido,
supongo que este lugar me acelera la circulación.

No tengo muy claro hacia dónde voy,
pero sí cómo.
Como vine, no.
Cambiada,
o eso espero.
¿De qué sirve vagabundear
si no aprendes de cada huella del camino?
Las que estuvieron antes
y las que están hoy:
eso es lo que construye el ahora.

El animal que trepa el árbol,
las olas que rompen el silencio,
una luna tímida que me recuerda a casa,
la música tenue,
los corazones en vela.
La caña del pescador
y el motor de los pies descalzos,
el olor de lo salvaje
y lo salvaje de un atardecer.

No hay vida si no hay fe
y nunca dejaré de tenerle fe al amor.
Porque por eso existo,
porque encuentro amor
aunque esté completamente perdida.
Lo encuentro en cada paso.

Ojalá algún día lo veas claro
y entiendas que tú también brillas
con el color del mar.