jueves, 21 de noviembre de 2019

Oasis.


Una brisa me acaricia la espalda.
Ya hace horas que asoma el sol
pero mi alma no ha dormido durante días
Estoy despierta...
me siento despierta.
Sólo siento mis latidos
como si fuesen un fuerte tambor.
Alguien me dijo que tenía un pulso rápido,
supongo que este lugar me acelera la circulación.

No tengo muy claro hacia dónde voy,
pero sí cómo.
Como vine, no.
Cambiada,
o eso espero.
¿De qué sirve vagabundear
si no aprendes de cada huella del camino?
Las que estuvieron antes
y las que están hoy:
eso es lo que construye el ahora.

El animal que trepa el árbol,
las olas que rompen el silencio,
una luna tímida que me recuerda a casa,
la música tenue,
los corazones en vela.
La caña del pescador
y el motor de los pies descalzos,
el olor de lo salvaje
y lo salvaje de un atardecer.

No hay vida si no hay fe
y nunca dejaré de tenerle fe al amor.
Porque por eso existo,
porque encuentro amor
aunque esté completamente perdida.
Lo encuentro en cada paso.

Ojalá algún día lo veas claro
y entiendas que tú también brillas
con el color del mar.

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