martes, 16 de junio de 2020

I: Autoengaño.

Pensé
durante mucho tiempo
que necesitaba a alguien
que me completase.

Decía buscar un compañero
sin haberme planteado
una compañera
(aunque fuese
para comprobar
que no la quería)
y sin saber,
siquiera,
que acompañar significa
ir al lado.

Yo no buscaba,
aún queriendo,
un compañero.
Buscaba un príncipe
de cuento.

Del que te salva
sin preguntar si necesitas
ser salvada.
Del que mata por ti,
porque quiere que te quedes
y te cierra las puertas del castillo
para que estés protegida.

Buscaba un príncipe
con el que no me hiciesen falta
cielos claros
porque ya él tenía lo azul.

Compañero.
Permíteme la carcajada.

Eso decía.
Pero buscaba alguien
que me opacara.
Alguien tan increíble
que me hiciese sombra.
Si,
total,
yo no valía tanto.

Un chico guapo,
un... "caballero",
de esos que quedan bien
en el perfil de Instagram.

Buscaba una fecha de aniversario
que poner
en las fotos
para sentir
que era parte de algo.
Para sentir que era de alguien.
Porque no me sentía mía.
Porque no quería ser mía.
Porque no quería
ser
yo.

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