martes, 16 de junio de 2020

III: Autocontrol

Un barco 
en una tormenta
no se hunde porque el agua
le golpee.

Para que un barco se hunda,
el agua,
salvaje,
tiene que entrar dentro.

No siempre es sencillo
mantener el barco a flote.
No es sencillo mantener
el agua fuera.

El agua salpica
y va entrando
por muy fuerte
que sea el barco.

¿Qué puede hacer mi barco
contra tus palabras de sal?

Hundirse o arder.

Siéntate bien que pareces no sé qué.
Otra vez de chándal, podías vestirte un poco más mona.
Qué guapa vas hoy, a saber para quién te pusiste así.
Tus amigas todas andan con chicos...
¿y tú no tienes novio?
Con esos modales a ver quién te quiere.
¿Cómo le dices eso? Va a pensar que estás loca.
Tía, hazte la difícil.
A los tíos no les molan las cosas fáciles.
Si no te lo tiras, no va a seguir quedando contigo.
Ya va siendo hora de que tengas algo serio.
Hace que pasa de ti porque le gustas.
Si se celó es que le importas.
Es un tío, no quiere rayadas ni te va a contar su vida.
Tú que opinas de amor 
si nunca estuviste saliendo con nadie.
Las relaciones son así, 
al final es normal que no tengas tiempo para nada.
Nosotros pensamos así. 
Queremos dos cañas. 
Ya sé que quieres ir, 
pero lo mejor para los dos es que no vayamos. 
Soy su novio. 
La verdad es que estamos muy felices, 
¿no nos ves?

Yo hace tiempo que no soy feliz.
No,
no nos veo.

Lucho por controlar los agujeros.
Que no entre el agua.

O que arda ya el puto barco,
que antes de que me entre agua contaminada,
prefiero quemarlo.
Al menos así, 
el humo advertirá
de la desgracia.
Y que no vuelva a pasar.


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