Escribí muchas cosas
sobre ti,
sobre mí contigo,
sobre lo que sentí por ti,
sobre lo que te quiero,
lo que te quise,
lo que quería quererte a futuro.
Por primera vez
decidí quedarme.
Por primera vez
me sentí segura.
Por primera vez,
sabiendo que era un despropósito,
me propuse abrazar la calma.
Y ahora,
ante esta pantalla
blanca
que me pide escribir más,
siento que se acabaron
las primeras veces.
Que tengo que volver a ser yo:
yo independiente,
sin nadie más.
A volver a escribir sobre mí,
para mí,
sobre lo que me quiero,
lo que no me quise,
y lo que espero quererme a futuro.
Hoy escribo
el último renglón
de una carta que algún día vi
infinita.
El último renglón
que podría decirlo todo,
que podría dar las gracias,
decirte que todo lo vivido
no lo cambiaría,
que podría hablar de lo que aprendí,
de lo feliz que fui
y de que siempre sonreiré al recordarlo.
Pero no.
Dice
sólo
adiós.
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