Esta mañana me vino a la cabeza
tu sonrisa.
No cualquiera.
Una en concreto.
Hoy te vi sonriendo,
la primera vez que te hable de algo
con ilusión.
Hoy te vi mirarme en mis recuerdos
como quién mira una obra de arte.
Hoy en mi memoria alargaste el brazo
y me acariciaste la mejilla.
Hoy te sentí.
Y dejé de entender todo
lo que me intenté explicar día tras día
desde que decidiste no quererme más.
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